miércoles, 1 de febrero de 2012

La estación del norte está cerrada

...puedes visitarme en MI PÁGINA PERSONAL

lunes, 1 de noviembre de 2010

El día de los Espíritus

Hoy es un buen día para recuperar mi Espíritu. Durante semanas mi energía vital ha estado vagando por el espacio sin tener la necesidad de aterrizar de nuevo en mi cuerpo. Sólo en algunas ocasiones muy complicadas realmente lo he echado de menos. Y es que yo también he estado viajando en el espacio. Un día decidí tomar un billete de ida hacia el futuro y me encontré conmigo misma inmensamente feliz. Quizás por eso mi cuerpo no contemplaba tampoco la necesidad de recuperar mi Espíritu.

Es curioso como este andén en el que me he acurrucado durante meses se ha convertido al mismo tiempo en una máquina de sueños. He conocido a seres de otras tierras que me han tendido su mano para emprender una nueva aventura. Ahora hago una parada en esta estación para agradecer a mi Espíritu sus ansias de volar, de conocer y de compartir. Me gusta contemplar lo que ocurre desde mi viejo banco de madera. Hoy mi Espíritu se vuelve a mostrar tal y como es. Instintivo, voraz, sensible y con ganas de seguir buscando respuestas a las sensaciones de todos aquellos viajeros que se mueven de una estación a otra sin tener muy claro cual es su destino.



miércoles, 2 de junio de 2010

Nuevos tiempos

Han pasado ya muchos espacios y silencios y creo que por fin voy recuperando la compostura. La última visión era compleja y decidí zambullirme en un momento infinito de silencio. Ahora empieza una etapa de calor y sobre todo de luz. Nunca he contado que la oscuridad del invierno y la inestabilidad de la primavera me perjudican seriamente. El verano me agota pero los espacios y momentos de luz son vitales para mi delicada existencia.

El otro día retorné de las entrañas de la tierra y mis pensamientos volvieron a fluir. Estuve encerrada en las cavernas de la oscuridad para conseguir un pase que me permitiera desaparecer durante semanas. Me he dado cuenta de que no sirve de nada cerrar los ojos porque las visiones que no me gustan de este mundo siguen fijadas en mis proyecciones mentales. Hay mentiras fuera y dentro de nuestro campo visual y por eso mismo, aposté por materializarme otra vez más.

Ascendí por las musgosas escaleras de la oscuridad y después de arañar el pegajoso velo de la inquietud y de los miedos percibí una pequeña luz que me colocó justo en frente de mi banco. Mi viejo banco de madera de la estación del norte. Estoy sentada y vuelvo a contemplar el ir y venir de aquellos que siguen viajando de un lado para otro.



jueves, 4 de febrero de 2010

Espacios y silencios

Estoy digiriendo una carta que me ha llegado esta noche. Me hablaba de miedos y de la necesidad de apoyo. No era yo quien buscaba consuelo en el andén. La carta llegaba de lejos pero he sentido el susurrar de las palabras dentro de mi corazón. He sentido frío, rabia, impotencia y al final he buscado consuelo en la estación del norte. Aquí encuentro esos momentos de alivio donde puedo esconderme y esconder todo aquello que no me gusta y que me hace llorar.

Esta noche me ha sangrado el alma, me he tenido que escapar hacia la nebulosa del olvido para no regresar a mi vida con una herida más. He sentido los latidos del miedo de una mujer angustiada por su pasado, he sentido los sinsabores de un futuro en el que no hay nada claro. Sólo he podido mirar hacia arriba y con los ojos cerrados suplicar al universo un poco de paz.

Mi espíritu se ha descolocado y sigue vagando entre espacios de humo en donde nada ni nadie tiene respuestas para la maldad de los humanos. Me han hablado de golpes, me han hablado de gritos ahogados en el silencio de una vida imposible de realizarse, me han enviado lágrimas derramadas mil veces y que mil veces no han encontrado consuelo. Me han susurrado que el cansancio tiene cara de guerrero desarmado y que la tristeza está tejiendo su coraza.

El final de la carta estaba marcado por la inocencia de una niña de nueve años que volvía a llamar a su madre. Una niña que no entiende que es lo que ocurre en su vida y que corre confusa buscando otros momentos. Vive porque inevitablemente respira y consume su identidad fingiendo su propia existencia.

Lentamente he doblado la hoja de papel empapada de espacios y de silencios. He colocado de nuevo esta historia en su envoltura y con la garganta cerrada por la angustia le he pedido al tiempo que se pare.




domingo, 24 de enero de 2010

Para un rato y mira

El mundo gira deprisa y aunque miro hacia dentro para ver aquellas cosas que se mueven día tras día pocas veces acierto a comprender que es lo que está pasando realmente. Desconozco muchas cosas y me aferro constantemente a hábitos adquiridos por la repetición de hechos y deseos. Actúo de forma casi obligatoria para no ser diferente a los demás. ¡Qué absurdo!

Es imposible acertar, si emprender el viaje en coche, en avión o en barco. Lo único que tienes claro es que tienes una necesidad imperiosa de viajar, de moverte, de averiguar que pasaría en otros destinos, en otros momentos, en otros lugares, en otros segundos.

Busco en el humo de las ya inexistentes máquinas de vapor una referencia para seguir su estela, miro a través del arco iris un mundo de lugares mágicos donde colocar un granito de sosiego permanente. Y me encuentro nuevamente en frente de una nebulosa de metal que me impide correr hacia afuera. Es entonces, cuando me paro un rato y miro otra vez hacia dentro.


viernes, 15 de enero de 2010

Intrusos

Hoy se han llevado mi banco de madera sin ningún tipo de derecho. He maldecido a los intrusos durante unas cuantas horas y al final les he permitido quedarse en este andén en el que he derramado cientos de lágrimas.

Todo ha ocurrido en un momento de despiste. Salí a dar un paseo por las cercanías de la estación y al volver me encontré que alguien había subido la entrada de acceso más de medio metro. En estas condiciones era complicado acceder al interior del andén sin arriesgar alguna de las piernas. Solté un puñetazo contra el cemento decorado con preciosas baldosas de cerámica. Me enfadé, me cabreé y como pude accedí al interior de la estación.

Allí encontré a un niño pequeño y a la persona que le estaba cuidando en esos momentos. Me resultaban conocidos. Me fui adentrando en el andén y cuando traté de refugiarme en mi banco de madera me di cuenta de que ya no estaba allí. No podría decir ahora cuantos extraños participaron en el ataque a mi intimidad pero eran bastante cobardes. Tenían sus rostros tapados con capuchas negras y estaban todos acurrucados en círculo.

No me dieron miedo, sentí fluir el ácido de mis emociones contenidas y les grité sin mediar palabra. Mi espacio es sagrado y no permitiré que rompáis el equilibrio existente. Me di la vuelta. Buscaba a algún responsable de este despropósito y sólo me encontré con una nebulosa gris que giraba a mi alrededor. Caí al suelo. Derramé parte de las fuerzas obtenidas en una batalla cruel contra el tiempo y al final, apoyándome en mi mente recuperé la compostura.

Busqué otro banco de acero. Estaba frío y desde allí contemplé las sombras que a tan solo unos metros cohabitaban conmigo. Fijé la mirada y el aliento de mis emociones comenzó a fluir a bajo cero. Lo extraño de todo es que mi temperatura era elevada. Quizás por eso sigo resistiendo. Nadie me podrá expulsar de mi territorio. Si se acercan más me levantaré como una montaña de hielo y escupiré fuego por los ojos. Resurgiré de las entrañas de la tierra y cogeré uno a uno a cualquier intruso que quiera desestabilizar mi existencia.

Ahora descanso tranquila. Mañana despertaré de este terrible sueño en el que se han visto implicadas demasiadas sensaciones que nunca había percibido antes. Quizás sea un buen momento para construir otro banco o quizás sea un momento para elevarme hasta ese mundo donde me siento comprendida.


miércoles, 13 de enero de 2010

Sinfonía de sensaciones

He pasado varias semanas acurrucada y meditando. Llevaba años sin ver como la nieve teñía de blanco la vida de los pasajeros. A mi desde luego se me ha encogido mi pequeño corazón y he estado a punto de morir congelada simplemente al observar la sinfonía de sensaciones que descendían del cielo.

Cada burbuja blanca me hablaba de hechos de mi vida, me susurraba como las cosas se van modificando en función de cada nuevo amanecer. He sentido como algunas arrugas marcadas en mi rostro se alisaban al no sentir determinadas ausencias. Me he trasladado a otro tiempo y he lanzado grandes bolas de nieve hacia los sueños de futuro.

En un intento por saborear la nieve he descubierto la inmensidad de las sensaciones. He bebido las gotas blancas de la vida y he resbalado junto con una gran familia de copos de cristal. He sentido su fría textura y su calido abrazo después de ingerir el elixir de la congelación. Una vez más he abierto una puerta a las sensaciones y he recuperado con la purificación del agua el reclamo de la vida.